El Real Madrid se ha vuelto a clasificar para la final de la Euroliga después de imponerse al Barcelona en el Zalgirio Arena de Kaunas (66-78). Se repitió la historia del último curso y el equipo blanco luchará por su undécima Copa de Europa frente al Olympiacos. Pese a las bajas, pese al favoritismo del Barça, el rey de Europa vuelve a la final un año después guiado por un monstruoso Walter Tavares (20 puntos, 15 rebotes y 38 de valoración), que pisoteó sin piedad al eterno rival.
Mario Hezonja (14) y Sergio Rodríguez (12) fueron los otros motivos que explican el triunfo del Madrid contra viento y marea. Sobre todo el canario, que repitió el calentón del quinto partido contra el Partizan y revolucionó la semifinal en el último cuarto con unos minutos gloriosos. En cuanto al Barça, solo Abrines (16) estuvo a la altura y Mirotic protagonizó una actuación horrorosa (1/10 en tiros).
La principal duda de inicio era quién acompañaría a Tavares y Mateo se volvió a decantar por Ndiaye. El joven senegalés respondió con un puñado de grandes defensas sobre Mirotic, al que sacó de rueda: el capitán culé se fue al descanso sin anotar y con -3 de valoración. El Madrid mandaba de salida y dejaba claro desde el pitido inicial que vendería muy cara su piel (0-6).
Pero enfrente se encontró con un rival muy inspirado en el perímetro que empezó a enchufar triples como si de bandejas se tratara. Tres de ellos llevaron la firma de Abrines, otro de Kalinic, Satoransky, Kuric… Tan disfrutón estaba el Barça en la larga distancia que no metió una canasta de dos hasta el minuto 12 de encuentro. Parcial de 12-1 y vuelta a la tortilla (15-11).
Por dentro, Tavares instauraba su dictadura de costumbre a pesar de la labor de zapa diseñada por Jasikevicius con tres pívots puros distintos: Vesely, Sanli y Nnaji. Todos le buscaban la falta descaradamente al africano, que no entraba en provocaciones. Cuando se fue al banquillo le suplió Randolph, una sorpresa muy agradable para el Madrid, con sus mejores minutos en mucho tiempo.
A cambio, el Barça conseguía recortar diferencias en la apretada batalla por el rebote sin perder un gramo de finura en su lanzamiento exterior. Con una canasta de Vesely, amenazaba con romper la barrera psicológica de los 10 puntos al borde del descanso (40-31), pero una mandarina de Llull alegraba al Madrid, que se marchaba al descanso más que vivo, pero consciente de que necesitaba mucho más que Tavares para mantener sus opciones (42-36). Musa, Chacho, Hanga y Causeur sumaban cuatro puntos entre todos.
Mirotic se esfuma y el Madrid crece
Empezaba la segunda parte con malas noticias para el Barça: cuarta falta de Abrines, su hombre más inspirado en ataque, y prolongación del coma de Mirotic, que ya iba por 0/8 en tiros, varios de ellos lanzados sin oposición. Al ex madridista se le encogía la muñeca en el día menos propicio para fallar y si no cantaba tanto era porque el Madrid tampoco andaba fino de puntería. Grandes estrellas atenazadas por los nervios. Bienvenidos a la Final Four.
La semifinal se espesaba por momentos y el único que sabía moverse entre tanto grumo parecía Tavares, una gota malaya en la anotación, en el rebote, en la intimidación, el único al que no parecía afectar la trascendencia del duelo. Anotaba el africano en la cara de Vesely, se estrenaba al fin Musa y acertaba desde el triple Williams-Goss para sellar un parcial de 0-15. El Madrid arrebataba la manija con fuerza a su rival después de mucho tiempo a remolque (47-54, min.27).
Se tiró el Barça cinco minutos sin anotar hasta que Kuric volvió a acertar desde el triple. Un apagón que despertaba las primeras dudas en su favoritismo y traía viejas reminiscencias de la anterior semifinal en Belgrado. Jasikevicius, el de Kaunas, se desgañitaba gritando porque esta película ya la había visto y sabía que era de terror. Todo por aclarar antes del último cuarto (55-58). Un triple de Laprovittola nada más iniciarse dejaba partido nuevo.
El Chacho lo decide
El miedo a ganar se instaló entonces en el Zalgirio Arena, carrusel de fallos en ambas canastas. Pasaron tres minutos sin que nadie metiera la pelotita por el aro hasta que una antideportiva de Laprovittola activó el Chachismo. El canario entró en combustión y anotó nueve puntos seguidos que dejaban al Madrid cerca de la machada a falta de 4:35 para el final (60-67). Qué clase, qué momento el elegido para sacar a pasear su talento. Mirotic anotaba su primer punto en la semifinal desde el tiro libre, pero fallaba el segundo.
Con los Sergios y Rudy en la cancha, los guardianes de las esencias, el Madrid dominaba el juego y las sensaciones, qué importantes son las sensaciones, ante un Barça aterrorizado, cabizbajo, metido de nuevo en su nefasta máquina del tiempo que siempre le devuelve a un gran batacazo. Tavares para abajo y el Madrid a un paso con tres minutos por disputar (61-69).
Y colorín, colorado, este partido ya estaba acabado. El equipo blanco protegió la pelota y controló el juego ante un rival desquiciado, deshecho en ataques absurdos y presa un día más de su favoritismo. Enfrente, un Madrid que estaba muerto hace bien poco con el 0-2 del Partizan y que, después de cuatro victorias seguidas, está solo a una más de levantar su undécima Copa de Europa.